martes, 30 de diciembre de 2008

Agotados de esperar el fin. Subculturas, estéticas y políticas del desecho



Agotados de esperar el fin. Subculturas, estéticas y políticas del desecho. Servando Rocha. Virus Editorial (2008). 176 págs. 14 €

Índice:

Las subculturas y el estilo.

- Definiendo el territorio: ciudad y resistencias contra la hegemonía cultural.
- Punks, hipsters y beatniks.
- Teddy boys: la generación de las ruinas.

El desecho como definidor del estilo punk.

- Políticas y estéticas acerca de la basura.
- Soy un anticristo, soy un anarquista: la enfermedad y el estilo bajo los escombros.

El estilo ante el final de la historia.

- El ocaso del estilo y los estilos muertos.
- Los escándalos y esos jóvenes airados: los teds enseñan sus navajas.
- New wave y new romantics.
- Mods y skinheads.
- Todo está bajo control: la fagotización del estilo.

La estetización de la guerra.

- Futurismo y subcultura punk: la guerra es paz.
- Agotados de esperar el fin.

Conclusiones.

Bibliografía.



Reseña del libro y del autor:

"De pronto, grupos de jóvenes exhibían un profundo desprecio hacia la figura del profesor, el policía o sus mayores. Pero sucedían cosas todavía más sorprendentes: ruido de cristales rotos en mitad de la noche, peleas y navajas brillantes rasgando los asientos de los locales que programaban conciertos de rock and roll. El adolescente, como tal, apareció, y con éste, atroces visiones de grupos salvajes armados con motos y modern jazz, frenéticos bailes en la calle o en los pasillos del cine, cabellos cubiertos de grasa, droga como comunicación e introspección, cabezas rapadas, canciones que anunciaban un apocalipsis y colapso total inminentes, camisas rotas mostrando los malditos rostros de Bakunin o Charles Manson. Si James Dean o el desafiante Marlon Brando fueron los símbolos de toda una generación, la subcultura punk resucitó otros monstruos. Jack el Destripador parecía pasear su horrible figura por King's Road... El presente ensayo no deja de ser un borrador que debiera ser convenientemente completado y revisado, en definitiva: ser puesto contra las cuerdas de la dialéctica. Aun así, sus pretensiones son las de lograr «leer lo que nunca fue escrito» (Hofmannsthal) acerca del estilo punk y otras subculturas surgidas tras la Segunda Guerra Mundial, como la teddy boy, rocker, mod o skinhead. Igualmente, se exponen ciertas implicaciones que afectan a lo subcultural, como la estetización de la guerra y el concepto de desecho en el estilo y la moda. Lo más complicado de tales planteamientos -como indagar el espíritu que subyace en las subculturas y el estilo- es, asimismo, analizado desde la perspectiva de lo posmoderno y el fin de la historia. Estas breves palabras, ambiciosas por otro lado, deberían bastar para entender las intenciones de su autor".

Son escasos los ensayos, al menos en castellano, que han tratado de comprender ciertas expresiones colectivas, estéticas y también políticas, surgidas fundamentalmente en las ciudades occidentales entre el fin de la II Guerra Mundial y el cénit de la guerra fría. Los fenómenos teddy boy, punk, mod, beatnik o hippster, que de diferentes maneras serían una respuesta y un gesto de rabia o desprecio al sentido común dominante, conforman una genealogía cuyo tronco se construye entre los años 50 y 70. Un tronco que tiene una continuidad hasta nuestros días. Lo que entonces pudo considerarse como una «juventud terrorífica», una diferencia subversiva aunque no necesariamente revolucionaria o disidente en un sentido estrictamente ideológico, hoy es un retal más de la lógica del mercado.

Ése es el trayecto que trata de recorrer y comprender Servando Rocha en Agotados de esperar el fin. Subculturas, estéticas y políticas del desecho. Qué pasó en el camino que va desde una rebelión que sí tiene causa y origen pero que no aguarda un premio, un futuro o la moralidad de un mundo mejor, hasta la absorción de los estilos en el pozo del «fin de la historia», es la preocupación latente en este ensayo.

Para eso, parte de dos elementos fundamentales. Por una parte, el desecho como una seña de identidad de unos movimientos para los que la suciedad y la fealdad se convierten en una forma de la belleza pero también en una relación entre ética y estética.


Por otro lado, lo que podríamos llamar la muerte del futuro en un contexto histórico en el que a la bomba atómica, a la anunciación del desastre y el fin del mundo, se une la pérdida de toda esperanza.

Como bien se refleja en el ensayo, rico en referencias de los distintos grupos y estilos musicales que acompañan a estos movimientos, la música es su expresión privilegiada. La generación post beatneak de artistas como Patti Smith o Richard Hell, el hard core de grupos como Minnor Threath o Discharge, los clásicos del punk británico o neoyorkino como Sex Pistols, The Clash, New York Dolls o Ramones, o referentes de la escena punk del estado Español como La Banda Trapera del Río o Eskorbuto, son testimonios imprescindibles para entender la expresión y la evolución de las subculturas.

Por lo general, el periodismo de tribus urbanas o el pseudoensayo sobre los denominados «fenómenos juveniles», suelen convertir los movimientos contraculturales en fenómenos extraños a la propia sociedad en la que se gestan. Raros animales, mariposas de alas negras o de colorines, hongos que surgen de la noche a la mañana, dignos de ser estudiados y (in)comprendidos. O, al contrario, cuando ya no suponen un peligro o son el pasado anecdótico de una parte de la población, se reconvierten en folklore o en el relato benevolente del «tal como éramos». Servando Rocha intenta exactamente lo contrario.

Agotados de esperar el fin no sólo intenta comprender las subculturas juveniles como un fruto y una reacción a las condiciones, los imaginarios y las tensiones de su tiempo. Su autor considera que también puede invertirse ese reflejo: «A través del estudio de las subculturas se pueden comprender muchos de los cambios sociales, políticos y económicos de la época que vio nacer los distintos estilos. Siguiendo el rastro de éstas, alcanzamos implicaciones más profundas que abarcan desde el campo de las transformaciones a una sociedad de consumo o la moda, hasta lacriminología. De alguna forma, exteriorizaron una ausencia, un rechazo o un malestar notablemente airado respecto al tiempo que las acogió».


Servando Rocha, miembro del Colectivo de Trabajadores Culturales "LaFelguera", forma parte de la revista del mismo nombre dedicada a la investigación, el conocimiento y la difusión de los movimientos de carácter contracultural y político que en las últimas décadas han intentado remover los cimientos de lo establecido. Es ensayista y editor y actualmente es miembro de una banda de punkrock ("Muletrain") con una trayectoria musical de casi veinte años. Regularmente, participa en conferencias y charlas que afectan a fenómenos de carácter social y a movimientos artísticos radicales y extremos. Sus investigaciones son una especie de recorrido a través de la historia secreta de lo subcultural, la contracultura y la violencia simbólica en la cultura dominante. Servando Rocha está inmerso en una narración heterodoxa de la desviación social y los estudios culturales, donde no habla como un mero espectador sino como alguien que proyecta la crítica sobre aquello de lo que forma o ha formado parte. Desde esta posición, ha participado en foros de distinto tipo, desde centros sociales hasta universitarios. En los últimos años ha publicado Los días de furia: contracultura y lucha armada en los Estados Unidos (1960-1985) (La Felguera ed. 2004) e Historia de un incendio: arte y revolución en los tiempos salvajes, de la comuna de París al advenimientodel punk (La Felguera ed. 2006). Recientemente ha editado Nos estamos acercando: la historia de la Angry Brigade (La Felguera ed. 2008).

Contacto: http://www.viruseditorial.net/

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