jueves, 18 de abril de 2013

Algunos conciertos para el fin de semana...

- Si quieres que publicitemos tu concierto, envía el cartel a alm_blog@yahoo.es (no lo mandéis por favor vía Punk Ibérico Facebook). Si te apetece reseñar algún concierto al que hayas ido y que vaya con la línea del blog, manda la crónica que la publicaremos (da igual que no haya fotos).
 

Fashion victims




Atrako a Mano Armada
Facebook - Badcamp

jueves, 11 de abril de 2013

Algunas movidas para el fin de semana...

- Si quieres que publicitemos tu concierto, envía el cartel a alm_blog@yahoo.es (no lo mandéis por favor vía Punk Ibérico Facebook). Si te apetece reseñar algún concierto al que hayas ido y que vaya con la línea del blog, manda la crónica que la publicaremos (da igual que no haya fotos).
 

domingo, 7 de abril de 2013

Penny Rimbaud: Shibboleth


Shibboleth. My revolting life. Penny Rimbaud. Ak Press (1988).

Tras leer las memorias de Steve Ignorat, The rest is propaganda (ver reseña aquí), decidí hacerme con alguna otra obra más que versara entorno a los Crass y es por ello que me pillé no hace mucho un par de libros sobre ellos. Uno es The story of Crass; de Georgie Berger, el cual lo tengo aún pendiente de leer, y el otro es éste que nos ocupa ahora: Shibboleth, My revolting life, que como su propio nombre indica son las memorias del que fuera co-fundador del grupo junto a Steve Ignorant y uno de sus principales letristas y “líderes espirituales” (casi diría que el principal). Las memorias de Steve Ignorant me gustaron. Su libro me pareció interesante y su lectura me resultó bastante amena y accesible para alguien que no domina bien el inglés como yo. Steve se hizo con el apodo de “Ignorante” tras llegar a la Dial House y verse muy lejos de la formación ideológica que ya por entonces tenía Penny Rimbaud. Aunque claro, Penny le sacaba 14 años de ventaja. Si Steve Ignorant comenzó en la música con la movida ska en los 60, Penny Rimbaud lo hizo con la movida teddy boy diez años antes. La vida bohemia, el arte, la poesía, la filosofía y el rollo jipi fueron otras de sus aficiones tras el rock and roll clásico. Es en esos tiempos también cuando desarrolla sus inquietudes políticas. Sus aficiones pienso que os pueden dar una idea clara del personaje y por ende, de su forma de escribir. Shibboleth me ha gustado en líneas generales aunque se me ha hecho muy difícil de digerir en algunos momentos, sobre todo por el enfoque y la forma de escribir del autor. Mete una introducción y un interludio con unos textos que parece que haya una novela totalmente ajena al libro por entre medio, pero por encima de todo, se me han atragantado un poco sus devaneos existenciales, metafísicos y políticos. Ya el título tiene su miga (aunque tiene otras acepciones que también casan con el argumento). Yendo al tema político, está claro que los Crass son los Crass y a priori no me tenía que haber sorprendido en demasía, pero me esperaba algo más de acción relatada (que la hay, cuidado) y no tanto soliloquio teórico como el que me he encontrado. Quizá sea que ya conocía de antes algunas de las posturas del grupo y me ha parecido todo como un poco repetitivo, pero como decía, a veces me ha resultado esta lectura de Shibboleth demasiado “paja mental” o “tostón”, por no decir que pienso que Penny Rimbaud es un poco pedante o arrogante (eso sí, su 100% humor inglés con sarcasmo a tutiplén es muy bueno), al contrario que Steve Ignorant, quien me pareció un tipo bastante humilde y de lo más corriente. No encuentro ahora el link, pero leí una entrevista a Steve en el que le preguntaban por la opinión de este libro y contestaba algo así como “que todo lo que él podía explicar en tres líneas o unas pocas palabras, Penny Rimbaud lo hacía con el triple de todo”. Y Tiene razón. Me gustan claro está las cosas bien escritas y también formarme una mínima idea de todo en lo que creo, pero no sé, es demasiado rococó a veces, aunque seguro que me ha influido el no tener todavía un mínimo nivel aceptable de comprensión del inglés. Y bueno, por lo demás, aparte de sus paranoias personales, encontramos algunas de las clásicas historias entorno a Crass que a todo el mundo que haya leído un poco sobre el grupo le sonarán, como la Comuna, Wally Hope (con quien estaba muy unido y al que le dedica un capítulo entero en la obra que más tarde reescribiría y publicaría como un libro solo), algunos “agitados” conciertos, las polémicas con todo Dios (anarquistas, periodistas…), confabulaciones con la CIA y el KGB de por medio, etc, etc. Lo dicho, está bien pero tampoco me ha impactado en demasía, tal vez porque al ser como decíamos uno de los líderes espirituales de los Crass, toda su retórica más o menos me sonaba o la conocía de otros textos que había leído sobre la banda. Shibboleth está hoy por hoy descatalogado.

- El último de los hippies en castellano y on- line:
http://losrabiosospunk.wordpress.com/2011/03/07/el-ultimo-de-los-hippies-pdf/ 
 
- Interesantísima entrevista en castellano a Penny Rimbaud y Steve Ignorant:
http://www.vice.com/es/read/anarchy-and-peace-litigated-490-v4n8?Contentpage=1
 

He escogido traducir únicamente dos textos. Uno da buena cuenta de la peculiar personalidad de Rimbaud y el otro es un apunte más sobre el gran seguimiento que obtuvieron los Crass como grupo y que provocaba a menudo situaciones que se escapaban al control de sus componentes. Traducción 100% libre.

- Su punto extravagante durante sus tiempos como profesor de pintura:

[…] En un intento de demostrar la estúpida autoridad a la que Lewis y el resto de profesores (nde: quienes se oponían a las excéntricas formas de enseñar que utilizaba Rimbaud) se aferraban, informé a un grupo de alumnos que podía volar.

“¿En avión?”, preguntó uno de ellos.
“No”, respondí, “con mis brazos”.
“Oh”, murmuraron, ya que pensaron que no estaría totalmente suspendido en el aire.

Lo repetí cada semana durante tres meses, y aunque algunos me consideraban un completo idiota, otros parecían casi creerme. Empezaron a preguntarme sobre mis técnicas. Cómo me guiaba, si utilizaba energía térmica, cuál había sido mi viaje más largo…

No podía creer que simplemente no se rieran de mí. O eran así de ingenuos o era el vacío de esta sociedad moderna en el que estaban desesperados en creerlo todo. No tenía las respuestas, y ellos tampoco hasta que se librasen de las cadenas de la autoridad. Empecé a desesperarme.

Al final decidí que la única forma de salir de este impase sería con una demostración práctica de lo imposible. Alcancé la escarpada y boscosa cima que daba a la escuela de arte acompañado de mis estudiantes y les pregunté: “¿quién me va a ayudar a lanzarme?”. Al principio estuvieron callados, después dos de los chicos más altos dieron un paso adelante.

“Todo lo que tenéis que hacer es cogerme por los codos y tirarme por el precipicio”. Les di las instrucciones con toda la seguridad que pude.
“¿Estás seguro?”, preguntó uno de ellos viendo la caída que había.
“Vuele o no vuele”, respondí esperando con que aún me pudieran dar una prórroga.
“Vale”, dijeron cogiéndome de los codos. “Uno, dos, tres…”.

Pasé los siguientes dos meses en el hospital recuperándome de una operación en la que me extirparon el bazo y preguntándome cómo iba a encarar el encuentro con mis estudiantes otra vez. Pero no debí preocuparme porque cuando volví a la escuela ellos me trataron incluso con mayor respeto que antes del accidente. Intentando demostrar lo absurda de la autoridad me había convertido en una autoridad de lo absurdo, cosa que, teniendo en cuenta el confuso mundo de la escuela de arte, se consideró una ventaja. […] 

- Sobre la Comuna:

[…]A quien nos visitaba se le ofreció siempre té, comida y en algunas ocasiones, suelo donde dormir. Algunos estuvieron diez minutos, otros una semana. A algunos nunca los vimos de nuevo y otros son hoy en día amigos todavía. Normalmente hablando se sobrellevaba el tema, pero en una ocasión que la policía local llegó a casa con una furgoneta cargada de punks italianos, nuestros recursos se pusieron al límite. Prácticamente incapaces de ensartar una frase en inglés, los doce italianos se habían perdido en el bosque mientras buscaban nuestra casa. Llevando pintas como de una banda de desesperados revolucionarios, no me cabe la menor duda de que su presencia acaparó la atención de la gente conservadora del vecindario y que estos avisaron a la policía. Parece ser que tras ser reprendidos los punks respondieron con una simple canción de los Crass que podía ser fácilmente malinterpretada. Sin tener la menor duda de lo que querían, los maderos los empaquetaron en la furgona y nos los trajeron para que nos encargáramos de ellos. “Son todos vuestros, amiguitos”, sonrió el oficial mientras se dejaba caer por el jardín. Estuvieron durante diez largos días, y si las comidas fueron un problema, el asunto del lavabo fue imposible, formándose colas en la puerta del baño […] Para alguien de la zona una hora y media de espera para el lavabo sería algo comprometido, pero lo hacían tan ordenadamente que ninguno de los residentes de la casa osó a entrometerse. Habiendo dicho poco más que “Crass” unas ciento de veces, finalmente se fueron felices. Espero que hubieran compartido una parte de sus vidas con nosotros. […]