lunes, 30 de octubre de 2017

Crónica Gatillazo en Terrassa (27/10/2017)


Gatillazo. Faktoria d’Arts (Terrassa). 15 € 

En menos de un año volvía Gatillazo a Terrassa a la misma sala, esta vez porque tocaban el sábado en el Pintorrock de Tarragona y hacía falta llenar la fecha del viernes.

Había expectación porque era una noche especial al haberse proclamado la República Catalana esa misma tarde. En muchas ciudades de Catalunya miles de persones salieron a la calle a celebrarlo, en Terrassa cuando llegamos sobre las 21 h. quedaban algunas personas con esteladas colgadas del cuello como últimos testigos de la fiesta celebrada en esa localidad unas horas antes.


Entramos a las 22: 35 h y de inmediato empezamos a escuchar la música de El Padrino que hace ya un tiempo que es la que utiliza Gatillazo para anunciar su salida al escenario.

Tenía mucha curiosidad por saber que referencias haría Evaristo a una jornada tan histórica para el pueblo Catalán y sinceramente apenas tomó partido, en la segunda o tercera canción hizo el comentario irónico de: “Ahora que sois independientes es el momento de compraros un pisito” y hacia el final: “Cuidado con la policía que tanto antes como ahora con la independencia siempre es mala”.


El concierto estuvo en la línea del grupo en sus últimos 3- 4 años, es decir, una hora y media con 34 canciones de las cuales 4 fueron de La Polla: "Lucky man", "Porno en acción", "Jhonny" y "Todo por la patria". Sin lugar a dudas esos fueron los momentos más álgidos del concierto, en el momento en que sonaban esas míticas canciones todo se revolucionaba y el éxtasis se apoderaba de cada uno de los asistentes al bolo, aunque hay que elogiar que el grupo sabe mantener una gran intensidad en todo el concierto en el que no hay lugar para la desconexión del público, ni siquiera 5 minutos que es lo que suele darse en la mayoría de conciertos de cualquier estilo para poder descansar y volver a coger fuerzas.

El ambiente fue excelente aunque con menos gente que 11 meses atrás, la gente subiendo al escenario y luego tirándose como se ha hecho toda la vida de Dios, en todo concierto que se precie estando Evaristo en el escenario.


En cuanto a anécdotas, alguna que otra, una chica que estaba en la mitad de la sala se pasó el concierto entero gritando a pleno pulmón “Odio a los partidos, fuego a las banderas”, alguno le tuvo que recomendar que no se esforzara tanto en gritar ya que no se le escuchaba desde tan lejos. Al final optó por subir ella misma al escenario a comunicar el mensaje en persona. Esa petición llegó en la última canción, no para concederle el deseo sino porque en el set- list hace ya tiempo que la llevan como cierre de concierto.

Otro chico del público subió varias veces al escenario y en una de ellas, se empeñó en sacarse su chaleco de cuero para ponérselo a Evaristo, la misión resultó imposible ya que éste no para quieto (como un toro de rodeo). El espontáneo estuvo casi toda la canción esperando el momento para colocarle la prenda y al final, vista la imposibilidad, optó por colocársela al bajista pero simplemente apoyada en los hombros.

En cuanto al Señor Evaristo Páramos, poco se puede decir, aparte que noté a faltar algún comentario más acerca del tema catalán, por lo demás, admirable como siempre, me parece que todos firmaríamos llegar a los 57 años con su aguante. Pegó saltos, brincos, patadas al aire y demás piruetas que continúa realizando desde que empezó con 18 años.


En definitiva, se dieron todos los ingredientes típicos de un concierto de Gatillazo: intensidad, diversión, sarcasmo y fiesta de principio a fin.

Sinceramente, no recuerdo un concierto de Evaristo y llevo ya unos cuantos, en los que lo haya visto apagado o poco entregado, otra cosa es la lista de canciones, a alguno le gustará más y a otro menos, alguno notará a faltar más canciones de los primeros discos, o quizás más canciones de La Polla, pero en cuanto a entrega nunca puede reprocharse absolutamente nada a Evaristo ni a las bandas en las que ha estado.

Al acabar el concierto decidimos rematar la noche haciendo el último trago y mientras decidíamos dónde ir, vimos que el garito de al lado de la sala de conciertos se llamaba “La República”. Nos miramos entre los colegas que íbamos y sin mediar palabra automáticamente nos dirigimos hacía allí acabando el debate. En una jornada como la del viernes, qué mejor sitio para culminar la noche que en un garito que se llamaba de esa manera. 

¡Salud, República y hasta la próxima Evaristo!

Germán.

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