domingo, 23 de julio de 2017

Entrevista a Max Ira (documental KCN '87)


KCN ’87 es un documental donde se retrata la escena punk barcelonesa de los años 80 desde diferentes perspectivas. KCN ’87 no solo se centra en la música o en los aspectos más estereotipados del punk, sino que va más allá y se adentra en otras cuestiones de tipo más ideológica, personal o antropológica. KCN ’87 empieza con el post-franquismo y termina un año después de la designación de Barcelona como sede olímpica. Tras obtener los juegos, el poder comenzó una razzia para “limpiar” la ciudad de todos los elementos indeseables para el sistema. Entre ellos, l@s punks. Es por tal motivo que el documental lleva de manera tan simbólica el 87 en su título. KCN ’87 se estrenó hace un tiempo y exceptuando algunos trailers, apenas se ha podido ver información sobre él en la red o en los medios. Y es por ello que me puse en contacto con Max Ira para que nos hablara un poco más acerca de su trabajo. Gracias a Max por contestar finalmente y aquí os dejo con la entrevista que ha salido. 

ALM. Buenas Max, ¿nos podrías explicar un poco cuál es tu currículum (si has hecho otros trabajos similares, etc) y cuál es el origen de KCN ’87, cómo, cuándo y el por qué decides realizarlo? ¿Cuánto tiempo te ha llevado prepararlo y terminarlo todo por completo? 

Max Ira. La idea de KCN ’87 comienza de forma espontánea en octubre del 2011 cuando me encontraba en la fase de postproducción del anterior documental, El Naufragi Urbà (El Naufragio Urbano), que trata sobre la transformación urbana de Sta. Coloma de Gramanet a lo largo de 70 años. Como mi línea de trabajo en proyectos de documental se basa, al menos hasta el momento, en temas cercanos a mí mismo (básicamente por un tema de economías de producción), estaba considerando en realizar algo que conociese por proximidad. En aquel momento estaba hojeando la programación de un festival de documental musical que se realiza en BCN en otoño, y de repente surgió la idea de un documental Punk. Un documental sobre algo que yo podía tratar con facilidad debido a que parte de mi trayectoria vital se enmarcó en esa escena. Así que comencé a entrevistar aún cuando no había concluido el anterior proyecto. Fueron 5 años de trabajo, que desarrollé en mi tiempo libre, de los que la fase de edición me llevó 15 meses. Y si cuento con las diferentes subtitulaciones que realicé después de la presentación oficial, el proyecto se alargó hasta Marzo de 2017.



ALM. Has manifestado que KCN ’87 no es una historia en sí del punk en Barcelona aunque es evidente que es su hilo conductor. Veo que hay distintos bloques en los que se tratan diferentes materias (orígenes, estética, música, represión, nazis, etc) ¿Nos podrías explicar cuál es el enfoque concreto que has querido darle al documental y cómo decides las diferentes áreas a tratar?

Max Ira. Efectivamente KCN ’87 no es la historia del Punk en Barcelona; no quería hacer una historia lineal ni plana. Los bloques se autoorganizan de forma natural y de alguna forma, exporto lo que yo mismo viví, así que los diferentes subtemas tienen una relación de desarrollo vivencial. Uno comienza su desarrollo humano en un entorno familiar, y es aquí donde se inicia una inquietud interior de ruptura y de descubrimiento-acercamiento a una escena que resulta atractiva en cuanto aparece como transgresora, subversiva o alejada de la normalidad imperante en el entorno conservador más cercano o en la sociedad en sí misma. Se trata de retratos de vivencias de personas que vivieron esa subcultura y esa ruptura-revolución con el entorno. Los retratos de esas vivencias personales de unos cuantos sujetos pueden extrapolarse a toda una generación, ya que hay coincidencia en las dinámicas de elección y en las causas que las motivan, a pesar de toda una sinfonía de matices que cada persona que vivió aquella escena puede explicar. Mi idea era desarrollar un trabajo antropológico, acercado a lo humano. Por eso descarté desde el principio realizar un documental musical. Quería ahondar en el plano sociológico.



ALM. Observo que la gente que salen no todos son músicos, ¿nos podrías explicar el criterio que has utilizado a la hora de escoger a los personajes y si crees que cubre de sobras las distintas opiniones sobre las cuestiones que se tratan? ¿Ha habido gente que haya declinado aparecer?

Max Ira. Como la idea no era realizar un documental musical, no necesitaba que las entrevistas se basaran en personas que hubiesen formado parte de bandas o grupos. Si bien es cierto que en 4 casos sí que se da esa premisa, tampoco busqué que en su conjunto fuesen personas con una significación especial en la escena. No quería caras ultraconocidas. Buscaba lo anónimo: jóvenes sin nombres ni apellidos más allá de ser conocidos en su entorno inmediato. Jóvenes de 16 a 21 años, cómo tantos otros, que no buscaban ni pretendían construir egos sino destruir lo conocido, que era por supuesto conservador. Así que no busqué nombres destacados (aunque un par de ellos sí que lo fueron en realidad). Entiendo que las personas que aparecen cubren sobradamente los temas que quise tratar, o al menos dan una visión suficientemente genérica para que una gran mayoría que vivió aquella escena no se sienta aliena a ella. 

Y sí, en esa búsqueda me encontré con rechazos, todos ellos femeninos, de ahí la “posible descompensación” de género que pueda observarse en el documental. Al igual que en el anterior documental, buscaba una representación equitativa; pero las mujeres nacidas en los años ’20 no tuvieron ningún problema en ser entrevistadas, obstáculo que sí me encontré con las nacidas en los ’60. ¿Causas? por lo que yo entendí, en primer lugar podría deberse a cierto pánico escénico a sentarse delante de una cámara; de forma secundaria, debido a que los contactos de esas chicas no eran directos, podría deberse a que no sabían quién era yo. A las chicas con las que “punkeábamos” en su momento no fue posible localizarlas (excepto una que consideró que no sabría qué contar). En cambio, conocía directamente a todos los chicos y todos se mostraron con ganas de participar. 



ALM. Una de las cosas que más me ha chocado ver es la confirmación de que en Barna como en Madrid por ejemplo hubo también numerosos punks que provenían de las zonas altas o pijas de la ciudad. A mí para nada me importa de dónde vienes ni tu estatus siempre que aportes algo “bueno” a la escena. ¿Tienes idea de si fue algo pasajero para la mayoría de ellos o por el contrario se involucraron como el que más o si incluso aún siguen de alguna manera vinculados a la escena?

Max Ira. No me es posible responder a esta pregunta de forma clara. No he seguido la trayectoria de todas aquell@s Punks que provenían de extractos sociales altos, y no sé 30 años después qué continuidad transgresora-combativa han seguido. Para mucha gente fue un momento álgido en sus trayectorias vitales, que pudo durar quizá solo unos meses o 1 año, acabándoseles la energía en esta experiencia después de este periodo; o estirarlo en el tiempo para convertirse en un modo de vida integrado a uno mismo, evolucionando hacía la participación posterior en diferentes actuaciones en movimientos sociales. Conozco gente que sigue activa o cuanto menos visible dentro de ciertos ámbitos y otros que siguieron diferentes caminos y se perdieron de vista. No hace falta provenir de un extracto social alto para convertirse en un conformista y seguir el camino de la masa alienada 3 décadas después. Alguien de extracción obrera puede sufrir perfectamente ese mismo proceso.



ALM. No sé si tiene algo que ver con la pregunta anterior, pero en lo referente a la guerra que hubo con los nazis en la época, sé y se ha publicado que muchos de los primeros boneheads que aparecieron por la ciudad habían sido ex punks, ¿tú podrías confirmar, desmentir o ampliar esta información? Por otra parte, siendo un poco no sé…, me resulta curioso que no salieran nombrados los Decibelios… ¿Qué opinas de ellos?

Max Ira. Efectivamente, algunos nombres conocidos del entorno Skinhead neonazi provenían de la escena Punk de mediados de los ’80. Se transformaron en Brigadistas por captación de la extrema derecha y se enfrentaron a sus antiguos compañeros Punks. No podría ahora mismo ampliarte al detalle esa información, pero si revisase el material descartado de alguna de las entrevistas, se hace una descripción bastante exacta de esos cambios de “bando”. Entiendo que la niñería rebosante de testosterona hizo que algunos elementos se sintieran atrapados por un sentir de la violencia al estilo “señores de la guerra”, por las garras de la erótica del poder de la violencia. 

No, no se nombran a los Decibelios y de forma claramente consciente. Este grupo flirteó con su posicionamiento y la ambigüedad que les rodeó, o de la que se hicieron rodear, (que a veces se rompía con acciones claramente escoradas a la derecha, como por ejemplo las razzias en Santa Coloma, donde grupos como Pisando Fuerte y el entorno en el que se movían, que estaban claramente posicionados a la extrema izquierda, se convirtieron en objetivos paramilitares), y eso ha hecho que para muchos de nosotros fueran considerados filonazis. Su famoso concierto en Zeleste, en donde toleraron a los Skin nazis apalear a todo el mundo y mostrar banderas españolas franquistas y cruces célticas, es motivo suficiente para mostrar que como mínimo confraternizaban con posiciones de extrema derecha. Así que no hay cabida en este documental para este grupo, ni para ninguno que se escorara (y no tengo referencia de ninguno más) hacia esa tendencia. El Punk era claramente, y casi enfermizamente, antifascista.



ALM. Una temática que hecho un poco en falta (aunque se toca de refilón en algunos momentos) es la de hablar del asunto de las drogas, ya que para mucha gente éstas fueron en general muy negativas y eso entra en contraste con la idea anti-prohibicionista del punk. ¿Por qué no has tocado este asunto y qué opinas de todo ello?

Max Ira. La temática del consumo de drogas no aparece como subtema en KCN ’87, es cierto; sí que se trató el tema en las entrevistas pero por razones de metraje consideré no incluirlo, ya que era un tanto extenso y elegí finalmente incluir el subtema de los enfrentamientos con los Skin Heads nazis. El metraje original, en el día de la presentación alcanzaba más de 2 horas y 21 minutos (aunque lo pulí después hasta rebajarlo a cerca de 2h 12’), si hubiese incluido el subtema drogas, me hubiese situado en los 2h 33’, lo que me pareció excesivo en su momento. No obstante, finalmente edité este importante capítulo y se puede visualizar en el dispositivo USB que confeccioné, en forma de secuencia extra, en versión original y subtitulada al castellano. El Punk experimentó con las drogas igual que antes lo habían hecho culturas o subculturas como la escena del Jazz, Beatniks o los Hippies. Forma parte del despertar adolescente o post-adolescente probar lo desconocido, lo prohibido o lo castigado, porque esto crea cierta erótica seductora, cierto desafío. Y porque la propia atmósfera de determinadas escenas se rodea de elementos que impregnan el ambiente, incluso que forman parte de él. Y éste era el caso de las drogas vinculadas a la diversión. 

L@s Punks habían creado una escena en que aceptaban el consumo con normalidad. No había conciencia crítico-racional alrededor de este tema. Estaban allí y se consumían. Más tarde, dentro del HardCore se manifestó una línea, un posicionamiento con conciencia crítica sobre el tema que se alejaba del consumo. Grupos como Minor Threat o Fugazzi fueron abanderados. Pero el punkarrismo tenía un punto de “destroy” en el que las drogas resultaban atractivas y no había ni de lejos, un debate al respecto. Paralelamente, el Punk, como subcultura insurrecta y desafiante, sufrió sin saberlo el ataque del poder en este apartado; al igual que el LSD corría con facilidad en los ’60, como una campaña estratégica político-policial-represora, la heroína fluyó con una eficacia manifiesta en la escena de Euskadi, y en menor medida en Barcelona, en donde el Speed se introdujo y extendió con facilidad, convirtiéndose en la droga por excelencia. Considero que fue arma de desactivación utilizada por el Estado y sus cloacas policiales.




ALM. Estos últimos años han salido numerosos trabajos tanto en video (No acepto, Peligro social…) como escritos (Què pagui Pujol, Harto de todo…) cubriendo el punk de la ciudad condal. ¿Cuáles consideras que están mejor elaborados? A nivel ahora solo de documentales parecidos al tuyo, ¿cuáles son tus favoritos (tanto del estado como de fuera) o los que nos recomendarías ver? 

Max Ira. Bufff…. He de reconoceros que no he visionado documentales Punks de elaboración peninsular, ni tan siquiera No Acepto. No quería que me influyese su contenido o su forma en la realización de KCN ’87. Ahora ya estoy en disposición de visionarlo. En los dos últimos años han aparecido también un par de documentales centrados en el Madrid Punk de los ’80 y en Buenos Aires, a los cuales, aunque les eché un vistazo rápido, no he llegado a verlos por completo. Sobre trabajos escritos, he revisado los proyectos que comentas. Creo que hacía falta su aparición, y todos ellos han sido realizados por personas involucradas directamente en la escena Punk-HC de Barcelona. Al igual que KCN ’87, son trabajos basados en puntos de vista subjetivos, como es cualquier trabajo creativo, y les doy todo el valor que se merecen, aunque me pueda gustar más o menos su resultado final o su acabado.



ALM. ¿Nos podrías explicar cómo te metiste en el punk? Lo típico, con qué grupos empezaste y cuáles fueron tus primeros conciertos. ¿Has estado involucrado en la okupación u otros movimientos sociales que desde el punk tanto se apoyaron?

Max Ira. Lo mío fue lo de tantos otros. De extracción obrera y ciudad dormitorio. Familia conservadora sojuzgada por la autoridad dictatorial y el miedo al castigo. Treinta y ocho años de franquismo y represión configuraron una generación, la de mis padres, marcada por la alienación a su libre desarrollo, incluso su capacidad de protestar, por lo que se conformaron con lo único que habían conocido en edad adulta: un régimen criminal. Cuando con 9 años y después de una guerra se instala esta forma de gobierno, aquellos niños crecen con un entorno determinado que se convierte en normal y se adaptan a él de tal forma que 4 décadas después, al no haber conocido otro marco, se convierte en “su” normalidad, pretendiendo que sus hijos lo asuman como propio. Lo prohibido, el “no se puede hacer” es con lo que crecemos, y comienza a surgir una inquietud borrosa, sin forma, pero que empieza a generar un cuestionamiento poco racional de la norma per se. 

En este ambiente comienza el rechazo a la autoridad y la búsqueda de fórmulas, actitudes, sueños, escenarios y modelos alejados de la convención prohibicionista con la que crecimos, sin saber exactamente hacia dónde dirigirnos. Surge lentamente el conflicto en el espacio familiar y se edifica una idea de alejamiento, de ruptura, de la búsqueda de otras posibilidades casi ficticias. En los ’80 se dan unas características determinadas que posibilitan que el Punk irrumpa como una ola de frescura transgresora, rupturista y atractiva, casi rayana en lo irreal. Una “casa de acogida” para “huérfanos” inconformistas que rechazan lo que habían mamado de sus padres conservadores y temerosos. Es la revolución personal del joven (no de tod@s l@s jóvenes, sino de l@s valientes que se dejan llevar por aquella inquietud) que se transforma en algo diferente, rechazando lo “normal”. Es el Punk. Esa fue mi vivencia personal. Primero fue la revolución personal, la ruptura: el cambio de valores; y después, el cambio en la presencia: la ruptura estética. Luego vendría la música. Más tarde, siguiendo una evolución, empapándome de principios “morales” que voy absorviendo y reflexionando, llega la política, como un ser vivo. Y de ahí el activismo y la militancia. Y de aquí la okupación, como un “espacio” donde se desarrollan una multitud de luchas.




ALM. Evidentemente vivimos “otros tiempos” y otro contexto aunque muchos de los problemas de tu generación aún se dan, ¿Cómo ves la escena punk en general hoy día en Barcelona en comparación a los 80’s? ¿Qué hechas en falta de los “viejos tiempos” y, por el contrario, en qué crees que se ha avanzado o mejorado? 

Max Ira. No puedo decirte cómo es la escena Punk actual. Desconozco si la hay. Hay conciertos Punk… pero… aquel Punk fue una efervescencia irrepetible, con un formato y circunstancias socio-políticas propias de aquel momento, y aunque se reproducen dinámicas sociales similares, las condiciones son otras. Yo sigo avanzando con mi actitud interior, sin anclarme existencialmente con aquella época. Hay gente que lo gestiona de otra forma. Fue un momento pletórico, único, que se basó en esa revolución personal, como un salto al hiperespacio. No fue una tendencia del momento, una moda, un divertimento ocasional. Sin esa lava interna que me corroía por dentro no hubiera habido Punk en mi vida. El rechazo moral a todo me lanzó al precipicio. Las circunstancias especiales de los ’80 con esa contracultura tan particular que era el Punk, cargada de destrucción, ruptura y transgresión, eran perfectas para que un joven con ansias de romper con todo se lanzara a sus brazos. La gente de hoy vive su propio momento y sus propias circunstancias (parecidas o no). Yo viví el Punk de los ´80, la década del Punk; igual que otra generación vivió el hippismo de los ’60, la década de la escena Hippie. Y fue en ese momento que se dio, ni antes ni después.



ALM. ¿Qué hechos te marcaron más a ti personalmente en aquellos años 80 a nivel musical y social? (conciertos, okupaciones, tal movida en tal mani, etc). 

Max Ira. No hay un hecho concreto. El punk era un hecho en concreto en sí mismo; con mil vivencias, mil anécdotas, mil conciertos… La dinámica propia del Punk marcó un momento, con todo su repertorio de contenidos. Para mí fueron 4 años de una vivencia experimental y rupturista que modeló mi vida futura. Cada un@ tendrá su propio criterio y experiencia al respecto. Pero aquello, con toda su contenido, con toda su particularidad específica, duró lo que duró. Luego evolucioné hacía formas de respuestas más elaboradas: era el hiperactivismo a tiempo completo; persistía la actitud Punk pero el horizonte se había ampliado exponencialmente. Aún persiste la actitud, pero es algo que cada uno gestiona o trabaja a su modo con su propia particularidad. Hay actitud pero no puedo afirmar que soy un Punk, me miro al espejo y no veo ya a un Punk; el Punk está dentro, es perceptible por tu actitud, pero con un profundo discurso anti, y habiendo desarrollado discurso de elaboración de modelos alternativos; muy politizado. El Punk no podía organizar modelos, era como un especialista en dinamitación del entorno, no de reconstrucción. Esto vendría después o no vendría.



ALM. Aunque apenas hay información sobre KCN ’87 en la red (página o facebook oficial me refiero) el documental ya ha sido oficialmente presentado. ¿Qué otras fechas tienes ya cerradas para pasarlo próximamente? ¿Tienes planes para llevarlo al resto del estado o incluso el extranjero (por los subtítulos digo)? ¿Lo vas a presentar en festivales? ¿Cómo puede alguien que no pueda asistir a ninguna proyección a hacerse con una copia de KCN ’87?

Max Ira. Es cierto, es lo que te decía de la actitud. En ese sentido sigo teniendo cierta actitud Punk. El Punk de los ’80 hubiera vomitado en las redes sociales, en todo el exibicionismo ególatra que representa feisbuk, Instagram, twiter, telegram, what’s up… en lucir, en cierta sensación de postureo o famoseo. Yo sigo lejos de todo ello, incluso si esto significa la no existencia, porque el que no está en las redes no existe, por lo tanto, KCN ’87 no se ha extendido como un reguero de pólvora como otros “productos”, que se vuelven virales por su ultrapromoción y difusión en las redes; por que no sigue la Pauta, el Camino, la Normalidad imperante por los modos de difusión que de alguna forma exige el Mercado si quieres estar vivo y que tu “producto” sea conocido. Si yo hubiera hecho con KCN ’87 lo que todo el mundo hace: dar a conocer de manera hiperextensiva el “producto” KCN ’87, en feisbuk por ejemplo, quizá este documental hubiese llegado a lo más alto, haberse hecho viral, salir en publicaciones en papel y online, haber sido entrevistado, recibir premios, estar en el boca a boca diario... 

En ese sentido es Punk totalmente “underground”, como un fanzine de los ’80 que solo era conocido por un centenar de personas. Claro que me gustaría que mucha más gente lo conociera y lo viera, pero en este punto entro en una contradicción galopante y pronunciada: algo también Punk (como el “soy anti todo”, tan Anti, tan Anti, que no firmaba en las recogidas de firmas contra la Otan de los ’80, a pesar de que era Anti-Otan, y acabé votando contra ella). No he promocionado como debería haberlo hecho para que el documental se hiciera viral y estuviera en boca de un segmento de población significativa. De alguna forma esperaba que la gente lo moviese, que lo impulsase y fluyese por el propio empuje de ella misma. Pero eso no ha sido así y ha quedado en algo minoritario, casi desconocido. Quizá también esperaba que su aparición llamase la atención a plataformas de contrainformación denominadas “alternativas” como La Directa o el Diagonal, y fuese recogido por ellas para amplificarlo de forma significativa, pero esto tampoco ha sido así: esas plataformas han ignorado de forma consciente a KCN ’87. Pero igual esto es lo más Punk que podía ocurrir: la marginación absoluta. 

También quizá, si el Festival In-Edit hubiese proyectado KCN ’87 en la edición de 2016, en la que se homenajeaba el 40 aniversario del surgimiento del Punk, con la proyección de varios documentales internacionales al respecto, el documental hubiese sido promocionado (o destripado, o incluso secuestrado por la fiscalía y la audiencia), pero el comité de selección de tal festival no seleccionó KCN ’87 para su proyección (tendrás que preguntarles a ell@s el por qué). En el fondo, de alguna forma, mejor no haber sido seleccionado por el hipterismo profesional de este festival patrocinado por instituciones que en su momento represaliaban al Punk. Quizá el Punk barcelonés no merecía exhibirse en este marco.

No hay planes de proyección cerrados. Quizá València en otoño y Colonia en Alemania (ya que KCN ’87 está subtitulado al alemán). Me gustaría proyectarlo en Andalucía: Sevilla o Granada por ejemplo, pero no tengo contactos allí, y proyectarlo de nuevo en BCN es un trabajo casi imposible por la falta de espacios. Existen unos cines ocupados en Sant Andreu (La Kinética) que tienen programación estable de documentales, pero rechazaron proyectar KCN ’87. Es posible que el tener “fama”, el estar en la “cresta de la ola”, es decir: ser conocido en las redes, tener “buenos amigos” es básico para que se te abran las puertas, pero éste tampoco vuelve a ser mi caso. Para su presentación oficial tuve que recurrir a un cine comercial, en donde se me dieron todas las facilidades que no encontré en otras plataformas. Tanto en el Gaztetxe de Durango como en La Prospe de Madrid fue bienvenido para su proyección, pero curiosamente en BCN… no ha sido fácil.

Paralelamente, he creído oportuno lanzar un formato físico para aquellas personas que aún disfrutan con lo no online. Se trata de un USB (no DVD) con 3 versiones: Original, con subtítulos al Castellano, subtítulos al Euskera, más la secuencia extra sobre el tema Drogas. Sólo son 100 unidades editadas y pueden adquirirse en La Ciutat Invisible y en El Lokal, en Barcelona, y en Traficantes de Sueños, en Madrid.


ALM. ¿Nos podrías poner ahora tu Top 10 de canciones favoritas tuyas del punk Made in BCN?

Max Ira. Mira, como he sugerido antes, aunque la música es un elemento muy importante y si no fundamental, sí básico, este aspecto fue complementario pero no iniciador de mi despertar Punk. No fue el detonador. Lo mío fue más… internamente rupturista. Esto es lo que me llevó al Punk, no la música. Por lo que no fui un idólatra musical ni me aprendí las letras de las canciones, y no fui un especialista en conocer apenas de qué grupo era cada canción. De hecho, para más Inri, hablaba con gente de la que años después me enteré que eran miembros de tal o cual grupo musical más que destacado, y en ese momento ni lo sabía porque no le daba importancia a ese aspecto. Sí, un Punk extraño! Y aunque asistí a docenas de conciertos locales y los disfruté como el que más, en casa me tiraba más la música Punk internacional. Así que no tengo Top musical y no voy a comentar o destacar algunas canciones de algunos grupos determinados, olvidándome de otros. Esto es lo que he intentado en KCN ’87: no olvidar a nadie, en la medida de mis posibilidades. Curiosamente contacté con antiguos miembros de bandas que me transmitieron su malestar por haber sido excluidas de algunos trabajos publicados recientemente, pero también he recibió alguna crítica destructiva, ferozmente destructiva, por no haber realzado el papel de 3 grupos significativos de la escena barcelonesa de aquellos años. 

- Hazte con el documental
- Entrevista a Max Ira en catalán: Territori Clandestí
- KCN’87 versión subtitulada en euskera: Kultura del Subsuelo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Max Ira? Aquesta peli no la estaba fent el Pollastre?