miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fragmento del libro de Steve Ignorant


En la crítica- resumen del libro de Steve Ignorant, The rest is propaganda (verla aquí), se me pasó (y eso que me enrollé que no veas), comentar que su vuelta temporal a los escenarios haciendo los temas de los Crass creó cierta controversia en su día tanto con algunos ex miembros, como por parte de un sector de sus seguidores/as. Pero no me estoy refiriendo al asunto de los derechos de autor, a las reediciones o demás rencillas personales entre ellos. La cuestión era más simple: mucha gente no entendía cómo Steve había programado la gira por salas comerciales (con todo lo que ello conlleva: precios, seguridad, etc). No voy a entrar a defender o atacar esta postura, pero he decidido traducir uno de los pasajes del libro que más gracia me ha hecho porque precisamente creo que deja entrever el motivo de su decisión… Obviamente, solo es un pequeño ejemplo de “costrismo extremo” y él mismo apunta que no siempre fue así y que también hubo otros buenos momentos con gente muy legal y organizada, pero está clarísimo que el hombre, con sus 54 tacos, no estaba por la labor de dormir en ningún suelo otra vez o pasar por el mismo trance que aquí explica... Bueno, ahí va:

“[…] Los grupos se separan o continúan por todo tipo de razones. Algunas de estas razones nada tienen que ver con la música. Schwartzeneggar en realidad nunca se recuperó de dos errores del principio. Uno fue nuestra furgoneta […] y el otro fue volver al circuito DIY. […] Hubo un concierto en Zurich donde la tubería del lavabo pasaba por detrás de la cabeza del batería, por lo que podías escuchar todo el rato cuando alguien tiraba de la cadena del wáter; donde poníamos calcetines en los micros porque nos daban corriente y donde había charcos de agua en el suelo. U otro en Italia donde esperábamos dormir en el suelo raso de cemento del sitio, que era una fábrica vacía. Yo monté en cólera y un par de nosotros se fueron a la casa de alguien y durmieron en el suelo, en auténtica moqueta. Todo un lujo.

Yo creía haber visto todo esto anteriormente, diez años antes con los Crass, pero estaba equivocado. Nada podría haberme preparado a mí para cierto concierto en Francia.

Íbamos a tocar en un squatt y estar alojados en otro. Nada raro y el tour, organizado por un colectivo llamado Cochise y llevado por un chaval llamado Eric, estaba siendo brillante de principio a fin, por lo que estábamos deseando que llegara. Fuimos al sitio donde íbamos a estar alojados y este chico salió para encontrarse con nosotros. Estaba todo cubierto de suciedad, sus brazos, debajo de sus uñas, su largo y enmarañado pelo… Estaba todo mugriento y parecía cubierto de hollín, como si hubiera estado en una chimenea. Así, naturalmente, le llamamos Sooty (nde: la traducción sería Cubierto de hollín, dejaré tal cual el nombre en inglés).

Sooty nos llevó al local de la actuación. Apestaba a pis, mierda, cerveza pasada y rancio tabaco. Estaba lleno de botellas vacías de la noche anterior y no habían limpiado desde hacía siglos. Había un cable pelado encima del escenario que alguien había puenteado al cuadro principal y el sitio era una nevera. Sooty nos dijo: “podéis tener calefacción o podéis tener el equipo de sonido”. Bueno, será mejor tener el equipo entonces, por favor. Así que lo puso a funcionar, metimos nuestros bártulos, probamos sonido […] y después Sooty nos llevó de vuelta a su okupa, por lo que podíamos comer algo.

Donde vivía era una vieja tienda con una placa de vidrio como ventana que daba a la calle. Tenían hecho boquetes en las paredes para comunicar los edificios de ambos lados. Vivían en un extraño mundo subterráneo con pasajes a través de las paredes y todo alumbrado por velas. Había críos por todas partes y todo el mundo y todas las cosas estaban, como Sooty, absoluta e indescriptiblemente mugrientos.

Sooty nos preguntó si queríamos algo de vino con nuestra comida y yo creí que las cosas iban a ir a mejor. Vale, su higiene personal no es una maravilla y vive en una bomba de relojería, pero al menos hay algo de beber y yo puedo matar por un vaso de vino. Cuando estás de gira, cosas tan simples como una comida caliente o un vaso de vino, pueden levantarte el ánimo tras días conduciendo y te ayudan a sentirte “humano” de nuevo. Entonces Sooty me pasó un viejo tarro de mermelada que habían estado utilizando como pote de pintura y vertió ahí el vino. ¿Eh?, gracias, creo que he perdido el apetito. Si no tenían un jarro limpio para el vino, ¿cómo vendría la comida? ¿En una papelera? Miré a la mesa y todo el mundo estaba pensando lo mismo. Colega, casi que vamos a volver al concierto…

Todo lo que estábamos haciendo era cambiar un agujero de mierda por otro, pero al menos ahora las ventanas estaban abiertas y la gente iba llegando. La sala iba adquiriendo atmósfera a medida que nos acercábamos al escenario, momento éste que se pasa muy bien. Estaba claro que iba a haber una buena entrada de público. Ahora la expectación y la adrenalina empezó a notarse, y era el momento para mi cagada pre-concierto. Así que pregunté: Sooty, ¿dónde están los lavabos? Él me llevo tras la barra, llenó un cubo de agua y me lo dio. Había una piel de cebolla y una zanahoria haciendo remolinos en él. Era otro momento como el del tarro de mermelada. Seguí a Sooty a lo largo de la sala principal y a través de la gente, llevando el cubo, intentando que no se derramara agua en mis tejanos y con la peña diciéndome: “Es Steve Ignorant! Bonjour, Steve!” y después miraban el cubo. Podía haber ido al escenario y anunciar que iba a cagar.

Sooty me llevó al lavabo, apartó a todos los drogatas del camino y abrió la puerta. El mal olor era increíble. No había pestillo, no había luz, solo oscuridad, un sucio cubículo con dos reposapiés y un agujero en el suelo. Bueno, a la mierda. En tiempos de guerra, cualquier hoyo es una trinchera. Le paso a Sooty el cubo vacío que hay dentro, voy a por el mío y lo apreto contra la puerta para mantenerla cerrada. Miro a mi alrededor y no hay papel. Por lo tanto, salgo, encuentro a Sooty y se lo digo. “Sí, dice, no creemos en el uso del papel”. Vale, ¿qué puedo hacer? Se me encendió la bombilla, es esto para lo que sirve el cubo de agua…

Volví de nuevo al lavabo a través de la muchedumbre, aguanté la puerta con el cubo, me bajé los pantalones y acepté la situación. Estaba mirando la piel de cebolla y la zanahoria moviéndose en el agua del sucio cubo, pensando para mí: 15 años en grupos y me encuentro en cuclillas sobre un sumidero. Apuesto a que Bowie nunca tuvo estos lujos.

Hay una cosa de la que estoy seguro: de ninguna manera irá este agua sobre mi trasero… Así, me quito mis Doc Marteens una a una, teniendo cuidado de mantener el equilibrio y por tanto, tratando de no pisar el suelo mojado de meados, me quito los calzoncillos, los rompo y me limpio con ellos. Echo el agua por el agujero y tiro los gallumbos por encima del muro del patio. Trabajo hecho. Vuelvo a la sala y Bob (ndr: otro miembro del grupo) va y pregunta “¿Dónde está el lavabo, Steve?”. Sonrío y le paso el cubo vacío. […]

Tan pronto como termina todo, cargamos el equipo y todos nos vamos a la casa de Sooty. Estamos sentados bebiendo botellas de cerveza, lo cual es perfecto para mí (no quiero volver a ver el tarro de mermelada otra vez), y me entran ganas de mear. Así que le pregunto:

¿Dónde está el lavabo aquí, colega?
Usamos la calle, dice.
¿No tenéis lavabo?
No.
¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?
Dos, tres años…
¿Qué? ¿Y nunca habéis conectado un lavabo?
Bueno, no creemos que sea importante.
Pero tienes familia viviendo aquí, niños.

No lo podía creer. Rechazar la sociedad de consumo es una cosa; vivir como animales otra muy diferente. Porque lo que hacían Sooty y sus amigos (cada hombre, mujer y niño en el squatt), era ir fuera a la calle por la noche a cagar como perros. […] Yo le dije: no voy a ir a mear a la calle! Él se encogió de hombros viendo el alboroto, le traía realmente sin cuidado. Me señaló un pequeño cubículo de baño y me dijo: “hay un fregadero ahí, úsalo”. A la mierda. Lo hice. Dejé los buenos modales y me fui para allí. Abrí un grifo y no había agua. Probé con el otro y salió un fino chorro. Empecé a mear y toda la mierda comenzó a salir por el agujero del fregadero. Por favor, no! No, no, no! Pero sí. Algún cerdo cabrón había cagado ahí y ahora todo estaba saliendo para fuera. Y todo el mundo iba a pensar que habría sido yo. […]

Algunas veces, si tienes suerte, puedes encontrarte en casa de gente que cree en la revolución a través de la miseria, conteniendo la respiración y empujando fuerte alguna mierda por el desagüe. […]”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la info sobre este libro, lo compartí en mi blog. Saludos.
http://discargadirecta.blogspot.com.ar/2012/11/resena-steve-ignorant-rest-is-propaganda.html